Fios do Tempo. Una cosecha para la educación latinoamericana: Un diálogo con Gabriel Restrepo y el convivialismo – por Diana IriArte

La vida a veces nos prepara para felices coincidencias. En los últimos días, he estado preparando este ensayo de Diana Patricia IriArte para ser publicado en el Fios do Tempo [Hilos del Tiempo]. En ella, Diana recoge las experiencias y frutos del Proyecto Socio-histórico y Pedagógico que coordinó en el departamento del Huila, Colombia (con asesoría de Orlando Fals Borda), para sembrar nuestro tiempo en diálogo con el pensamiento de Gabriel Restrepo y el movimiento convivencialista. Bueno, el día que decidimos publicarlo, hoy mismo, descubrí que es el cumpleaños de Restrepo. Por lo tanto, esta publicación llega al público como un homenaje a este que es, sin duda, uno de los principales pensadores universales de nuestra América Latina, además de ser un gran ser humano.

Estoy muy agradecido por la generosidad y la amistad de Diana y Gabriel. Y de todos nuestros hermanos latinoamericanos, especialmente nuestros amigos colombianos.

Una lectura excelente!

André Magnelli
Fios do Tempo, 22 de janeiro de 2021


Una cosecha para la educación latinoamericana:
Un diálogo con Gabriel Restrepo
y el convivialismo

Diana Patricia IriArte

Mientras hablamos, el tiempo celoso huyó
Cosecha el día
Y no des crédito al futuro.

Carpe Diem, Horacio, 65 a 8 A.C.

Recogiendo cosecha

Recojo en este aquí y ahora en el cual se están tejiendo varias propuestas alternativas al avasallamiento económico y sociocultural de una sociedad basada en el sistema economicista, individualista, capitalista, mercantilista y salvaje, el trabajo efectuado por 590 maestros del Departamento del Huila quienes se pusieron a la tarea, con asesoría de Orlando Fals Borda, la coordinación bajo mi responsabilidad y la guía de los profesores Antonio Iriarte cadena, Daniel Yovanovic y Miguel Ángel Tovar, a reconocerse como comunidad histórico social, cultural y educativa para gestarse en procesos autogestionarios de transformación en todos los órdenes de la existencia.

Traigo el estudio, recojo la cosecha de este esfuerzo desarrollado a finales de los años ochenta y la década del noventa para continuar sembrando este presente en los surcos de semillas plantadas plantadas por el Ateliê de Humanidades y por los colaboradores del Segundo Manifiesto Convivialista, publicado en el editorial del Ateliê de Humanidades (ateliedehumanidades.com/convivialismo) con alta repercusión intelectual, en el cual se plantean derroteros, principios y rutas que conduzcan a la construcción de una sociedad basada en el bien común a nivel local y global y que permita reconocernos en un mundo mejor más justo e igualitario.

También me propongo regar estas semillas traídas de maestros provenientes del espacio temporo-espacial de varios municipios del Departamento del Huila, para, a partir de posteriores debates, intentar recrear la cosecha poética y humanista del Maestro Gabriel Restrepo en su obra y de manera muy especial en sus textos “El Renacimiento de América Ladina” y “La Clave de Melquiadeseste último publicado en Atelié de Humanidades, en el cual, no sólo nos invita a repensarnos como herederos de habitantes desplazados de una España enraizada en lo medieval escolástico, desplazados de África con gentes que fueron avasallados en calidad de esclavos en estas tierras americanas y de comunidades indígenas que fueron aniquiladas y que nos legaron una forma de ser y una cultura que como lo plantea Antonio Iriarte Cadena en su libro la Razón Vulnerada, al decir que

Sin caer en el mito ingenuo del buen salvaje, consciente de las carencias y de los lunares de las civilizaciones prehispánicas, pienso que la forma de ser hombre y de asumir el mundo propias de su cosmovisión natural es la que más se aproxima a un arquetipo humano en íntima comunicación con el mundo a través de la cual el hombre apenas es y solo se siente parte del gran organismo vivo y consciente que llamamos universo, nunca su centro, mucho menos su señor.1

Semillas

Pues bien, en el contexto antes expuesto, quiero traer las semillas que dejaron plantadas muchos maestros que junto con el equipo de docentes de la Universidad Surcolombiana pudieron detenerse a repensarse, recogiendo las características propias de su identidad como seres humanos circunscritos a una geografía imponente que José Eustacio Rivera poetizó en su obra Tierra de Promisión, haciendo cantar la voz del río Madre de la patria que nace en estas tierras indómitas:

Soy un grávido río, y a la luz meridiana
ruedo bajo los ámbitos reflejando el paisaje;
y en el hondo murmullo de mi audaz oleaje
se oye la voz solemne de la selva lejana.

Flota el sol entre el nimbo de mi espuma liviana;
y peinando en los vientos el sonoro plumaje,
en las tardes un águila triunfadora y salvaje
vuela sobre mis tumbos encendidos en grana.

Turbio de pesadumbre y anchuroso y profundo,
al pasar ante el monte que en las nubes descuella
con mi trueno espumante sus contornos inundo;

Y después, remansado bajo plácidas frondas,
purifico mis aguas esperando una estrella
que vendrá de los cielos a bogar en mis ondas.

Una naturaleza que además de estar regada por el río de La Magdalena es única descomunal y hermosísima, pues en este espacio geográfico la cordillera de los Andes se divide, regalándose, en tres grandes ramales que van a conformar las cordilleras oriental, central y occidental y que crean todo el hábitat necesario para dar nacimiento a dos grandes ríos de la patria, el cantado por el poeta y el gran río Cauca, miles de caudales, árboles centenarios y especies animales y vegetales solo vistas en esta parte del planeta. Y sus gentes que han forjado el destino histórico de las “razas” que en estos lares se juntaron y que supieron erigirse como vindicativas a los desafueros de los colonizadores españoles pero que también nos dejaron en nuestro ser cultural las raíces de la violencia que luego se viviría en la guerras de los mil días y más tarde en la penosa debacle que ha sido nuestra patria boba con el endemoniado odio entre liberales y conservadores y que condujo, a la larga, a que el país se catolizara bajo la batuta de Rafael Núñez quien buscaba, entre otras cosas, que la república se arrodillara a la religión para superar los problemas inherentes a su casi imposible unión matrimonial con su amada y despidiendo por mucho tiempo la posibilidad de una educación laica y libre en nuestra patria, apenas si, recientemente replanteada en la constitución del 91.

En este contexto, me propongo en primer lugar narrar lo que considero es lo fundamental del trabajo desarrollado por los maestros del Huila y que tiene que ver con el viraje radical que se dio a la investigación en el campo de las ciencias sociales que hasta esa fecha se efectuaba desde la perspectiva Empírico Positivista con metodologías de carácter experimental, cuasiexperimental y no experimental en los ámbitos explicativo, descriptivo y exploratorio, que se valían de encuestas y cuestionarios en los cuales la población era considerada como objeto de estudio, generándose una relación de carácter verticalista entre el investigador y los sujetos investigados. Desde este enfoque el investigador determinaba las hipótesis de trabajo, la metodología, las técnicas y las conclusiones del estudio se forjaban mediante análisis estadísticos, guarismos responsables, en última instancia, de la falsación o verificación de hipótesis con un determinado margen de confianza.

Como alternativa y tomando rutas trazadas por investigadores y teóricos de la sociología y de la educación como Orlando Fals Borda, Paulo Freire, Antonio Gramsci, Germán Mariño, Manfred Max Neff, Alfredo Molano y Miryam Zúñiga, entre otros, y conscientes, desde el principio de que la tarea debía conllevar transformaciones significativas en el seno de la educación y la cultura huilense, damos el paso a la construcción de nuestro ser y nuestro quehacer de maestros sobre bases dialógicas, de autogestión participativa en un contexto investigativo de carácter horizontal que propiciaron la discusión como comunidades en un reencuentro histórico en el cual se develaron sombras y aciertos, fortalezas y debilidades, incertidumbres y reconocimientos más por la diferencia entre contextos específicos que por semejanza sociocultural. Del discurso que hace renacer y reconstruir el ser ancestral en todas sus facetas surge una propuesta pedagógica como posibilidad de autogestionarnos, de cocrearnos, de reinvindicarnos, de re-pensarnos y de rehacernos, no solamente retomando nuestro ser colombiano y huilense sino, como lo plantea Gabriel Restrepo, como posibilidad de reescribirnos desde un pensarnos, un sapere aude, o atrévete a saber, en otras palabras, que salgamos del marasmo, de la parálisis de la automatización en la cual nos encontramos inmersos, producto de una cultura hecha para la esclavitud y no para la libertad.

En este sentido, y bajo una metodología de Investigación Acción participativa IAP, se emprendió un autoreconocimiento de las comunidades de Neiva, la Plata, Pitalito y Garzón en el departamento del Huila que, en mesas de estudio definieron y recrearon aquellos aspectos que los identificaban desde lo geográfico, histórico, social, cultural y educativo. Un reconocimiento desde nuestro ser ancestral y comunitario y de la cultura implícita para posteriormente determinarnos como maestros con miras a identificar si nuestro quehacer estaba a tono con las necesidades concretas y reales de las distintas comunidades.

Obviamente, la ruptura fue total porque no sólo en el ámbito académico se forjaron debates en orden a desestimar la validez del estudio por no seguir las líneas propias de carácter experimental, sino, que se dio un rompimiento también con los presupuestos expuestos por el Ministerio de Educación Nacional que se suponía debían ser seguidos rigurosamente por los docentes en colegios de primaria y secundaria, bajo la premisa de una autoridad que castigaba con cierres de instituciones y despidos a los maestros que osaran separarse de sus puntos de vista basados en premisas de una educación memorística y repetitiva ajena por completo a la producción de conocimientos nuevos adaptados a las especificas necesidades y realidades de cada comunidad. Este trabajo fue condensado en un texto de bolsillo para recorderis de cada uno de los participantes, publicado y divulgado por la Universidad Surcolombiana con el título Los Maestros del Huila: Reconocimiento y Transformación de su Quehacer, trabajo investigativo que fue galardonado con Mención de Honor por la Facultad de Educación de la Universidad Surcolombiana, por su dimensión cualitativa y humana y que ha sido considerado como uno de los trabajos investigativos más significativos en los cincuenta años de existencia de la Universidad Surcolombiana por las implicaciones que produjo en la vida futura del Alma Mater.

Recogiendo cosecha para volver a sembrar

Recojo la cosecha porque he podido darme cuenta de que ahora, como en esas dos décadas mencionadas, las premisas necesarias para construir una sociedad mejor siguen vigentes. Recojo, para nutrir el surco del presente, este trabajo, por considerar que el modelo de carácter participativo y la metodología horizontal y dialógica son los medios que nos han de permitir repensarnos en nuestra historicidad y proyectarnos hacia un destino común sobre la base de la tolerancia a la diferencia que es lo que nos define como país y como latinoamericanos. La autorevelación, el autodescubrimiento de nuestro ser ancestral concebido desde esa recomposición de la manera como nos percibimos, es muchas veces dejado de lado en nuestras raíces indígenas, africanas y españolas, dando mayor relevancia a nuestro destino forjado desde una Europa aristócrata y ocultando tal vez lo mejor de nosotros mismos proveniente de nuestros genes indígenas y negros, es lo que nos ha conducido a negar nuestra verdadera naturaleza y por ende, ha limitado nuestra capacidad de recuperar saberes que abogan por una mejor relación con la naturaleza y con nosotros mismos.

Eso mismo fue lo que vinieron descubriendo esos maestros que dictaban sus clases con apatía en las diversas instituciones del Huila pero que a raíz de un diálogo creativo en círculos de estudio se reconocieron como hijos y herederos de unos saberes ancestrales que se impusieron rescatar pero que también los condujo hacia la búsqueda de las sombras que esa misma herencia nos legó.

Somos un tejido hecho de belleza corporal, artística, astronómica, artesanal y religiosa con nuestro ideario a cuestas, pero también herederos de una condición servil, profundamente astuta que en su momento sirvió para hacerle el quite al gran señor hidalgo español que se vino a apoderar en nombre de la iglesia católica de la tierra y sus recursos, aniquilando de paso toda la riqueza cultural de nuestros ancestros indígenas. Y fue tan grave el borrón de nuestras raíces indígenas que hasta hoy en día nos atrevemos a designarnos peyorativamente, y, lo que es peor, mirando despectivamente su forma de ser y de vestir. De esta manera vamos borrando lo que somos en nombre de una sociedad que nos ha forjado para el individualismo y el consumismo.

De lo español heredamos, entre otras cosas, el arribismo, ese creernos más que los demás que porque somos más blancos o porque tuvimos la suerte de tener mejores oportunidades económicas. Negamos nuestro pelo lacio y chuto, y asistiendo a una publicidad mercantilista nos ondulamos y pintamos rubias y nos postizamos con rostros y pestañas que nos hagan parecer más europeas que mestizas. Legado nefasto, producto de una sociedad que ha denigrado hasta el cansancio del indio y del negro y que los ha postrado en los rincones más oscuros de nuestra amada patria.

Chocó, la Costa Caribe y Pacífica semillero de afroamericanos sojuzgados y vilipendiados siguen siéndolo sin tener las más mínimas oportunidades para tener una vida digna. De ñapa los negamos. Negamos, se decían los maestros de esa época, nuestros ancestros negros, nuestra alma que danza en el mapalé, en el tambor, en la alegría, en el color de vida de la raza negra. En el análisis fue posible develar nuestra negación como fusión de razas, algo, que en vez de empequeñecernos, debería engradecernos porque es en la diversidad de esta fusión en que nos enriquecemos. Por algo se empieza, decían, y en un proceso autogestionario comenzamos a recorrer el camino del reconocimiento en las formas culturales que aún persisten. Y es aquí donde las semillas del ayer se unen con las de hoy, pues algunos de estos planteamientos son vigentes hoy y se explicitan en las palabras del Maestro Gabriel Restrepo en su texto La Clave de Melquiades, publicado por André Magnelli en Ateliê de Humanidades cuando nos dice que “El primer paso es reconocernos”. Y claro, tuvimos que develar nuestro ser ancestral cósmico en la estatuística del Parque Arqueológico de San Agustín porque es allí donde están sembradas nuestras raíces y nuestro ser ancestral.

Posterior a ese reconocimiento, se procedió en los círculos de estudio, a reconocernos contextualmente bajo la premisa fundamental planteada por Orlando Fals Borda en la cual manifiesta que es “Por la vivencia como aprehendemos la realidad, sentimos, gozamos y entendemos los fenómenos cotidianos y experimentamos nuestro propio ser en su contexto total.”2 De ahí surgió entonces, el reconocimiento de nuestro ser político, social, cultural y educativo abarcando aspectos de tipo local regional, nacional e internacional, para después dar paso a un análisis de las realidades educativas y culturales de cada municipio en particular. A partir de estos diagnóstico se estableció una relación entre la problemática encontrada en los dos puntos anteriores y el quehacer del maestro lo cual permitió detectar los vacíos de formación a nivel de normales y facultades y los vacíos de la práctica educativa en los planos social y pedagógico. Es a los resultados de esta relación lo que se termina por denominar “Reconocimiento del Quehacer del Maestro”, porque es en este momento, cuando se expresan los vacíos de formación y de la práctica educativa sobre una base sólidamente establecida a partir del análisis sociohistórico desarrollado en cada contexto educativo y es lo que más tarde dará lugar al surgimiento de alternativas de transformación a partir de la construcción de un proyecto histórico y un proyecto pedagógico, proyectos, que se constituyen en el norte del quehacer del docente en el departamento del Huila.

Recogiendo los frutos: bases teóricas para la evaluación del quehacer del maestro

El reconocimiento del quehacer del maestro en el Huila debía partir de bases históricas, pedagógicas y teleológicas porque ser maestro implica la formación de seres humanos que viven en contextos socioculturales específicos cuyas acciones a futuro deben servir para mejorar la calidad de sus vidas en los planos político, social, económico y cultural. Se tenía claro, hasta ese momento, que los proyectos nacidos de este trabajo investigativo debían contener al menos tres elementos fundamentales a saber: a) una conceptualización teórica, b) una voluntad colectiva de llevar a la práctica dicha conceptualización y c) un profundo sentido de compromiso, sentimiento de pertenencia, solidaridad, autenticidad y trascendencia.3 Así entendidas las cosas se inicia un reconocimiento de las realidades sociohistóricas de cada municipio, ejercicio que se materializó en la formulación de un Proyecto Sociohistórico que no solamente brindaba pautas de desarrollo de la docencia hacia el fututo, sino que sirvió de base para posibilitar una evaluación del quehacer del maestro, averiguando, si realmente este hacer estaba respondiendo a las necesidades socioculturales definidas comunitariamente.

De esta forma se define Proyecto sociohistórico “como una alternativa frente a lo que sociohistórica y políticamente está dado, alternativa que se constituye en el norte del quehacer pedagógico”.4 Se parte entonces de visualizar el esquema de subdesarrollo que nos caracteriza como país y región, dependiendo del modo de producción capitalista, con la consecuente postración de la producción agraria, industrial y financiera. Se destaca el gran nivel de endeudamiento del sector industrial con el sector financiero particularmente el externo, la crisis del sector agrario y la crisis de una reforma agraria que jamás ha buscado la solución a fondo al problema de la distribución de tierra en Colombia. Se evidencia el fracaso para lograr la competitividad de los productos colombianos en el exterior, así como el grave problema burocrático, el déficit comercial, el tratamiento equivocado de la bonanza cafetera y de los hallazgos petroleros y carboníferos, el rumbo de las regalías petroleras, los problemas de carácter político como la seudodemocracia existente, el estado tan grave de violencia por la inconformidad de grandes mayorías en el país y los delicados problemas socioculturales que han determinado un vivir influido dramáticamente por concepciones foráneas en desmedro de la cultura propia.

Esta visualización del contexto permite la definición de un Proyecto Sociohistórico Pedagógico que a largo plazo, y con reales sentimientos de compromiso de parte de los docentes participantes, plantea que se deben formar personas que busquen una sociedad y un estado con una democracia auténtica, justa e igualitaria en términos de la distribución de la tierra y de sus recursos. Se determinó que se requiere formar personas que aboguen por un estado democrático que de opción real de participación en las grandes decisiones del estado a las mayorías nacionales, que respete el derecho a disentir, a través de la ruptura de las tradicionales relaciones verticalistas de autoridad. A su vez, buscar mecanismos para superar las cotidianas formas de dependencia cultural de manera que conduzca a nuestra sociedad hacia un reconocimiento de una identidad colectivamente asumida.

Se necesita entonces, que los maestros enseñen a pensar a sus alumnos en una sociedad verdaderamente independiente y soberana, dueña de su propio destino como ideal latinoamericano, lo cual plantea la necesidad de una educación cuya práctica en el aula sea verdaderamente democrática y en donde alumnos, maestros y comunidad en general conozcan sus realidades, produzcan conocimiento y actúen sobre éstas con dimensión histórica, transformando y recreando estas realidades en sus manifestaciones económica, política, social y cultural, sin que los intereses particulares predominen sobre lo colectivo, pero también sin que lo colectivo sea invocado para extinguir la expresión de lo individual o regional que son facetas altamente enriquecedoras de la especificidad que surge de la inmensa complejidad de todo lo que es humano.5

El Proyecto pedagógico parte de la convicción de la necesidad de reformar el modelo tradicional planificado y exigido por burócratas del Ministerio de Educación y cuya aplicación rigurosa exigían los supervisores del Departamento del Huila en las distintas instituciones. La discusión se centró en la urgencia de modificar un sistema centralizado desde el cual se formulaban y se continúan formulando políticas educativas y reformas de espaldas a las reales necesidades de los diferentes contextos socioculturales y que se efectúan todavía, de manera inconsulta, a espaldas de la comunidad docente del país y de la región y desde las cuales la calidad de la educación se mide exclusivamente por los resultados de los exámenes del ICFES y por los porcentajes de promoción, deserción, y reprobación y no en función de las reales necesidades socioculturales.

Desde otra perspectiva, también se dilucidó la necesidad de superar el modelo pedagógico manejado en el aula cuyo objetivo era la trasmisión de conocimientos de forma mecánica y acrítica totalmente desligado de los factores socioculturales y de las características de las comunidades estudiantiles. El desconocimiento de las condiciones sociales y culturales de la población hace que el maestro se desgaste en actividades pedagógicas que no tienen significado real para sus alumnos y la comunidad.

Resumo aquí algunas de las conclusiones que pueden llegar a ser vigentes hoy en día:

  • Se requiere un sistema democrático donde todo tipo de reforma consulte las reales necesidades de estudiantes y que tenga en cuenta los aportes de los docentes, padres de familia y comunidad en general.
  • Respaldo y participación en un Movimiento Pedagógico como estrategia cultural de los maestros para elevar la calidad de la educación que contribuya a la creación de una conciencia histórica de nuestro pueblo, de una identidad cultural como nación, de una nueva escuela y de una nueva sociedad como alternativa pedagógica y educativa diferente a la oficial.
  • Fomento a la investigación como soporte auxiliar de la docencia para no limitar la tarea pedagógica a la simple trasmisión de conocimientos acumulados, sino abogar por la producción de nuevos conocimientos, explorando nuevas aproximaciones a la interpretación de la realidad, para responder con mayor exactitud a nuestras características regionales y nacionales.
  • Proyección de una escuela que se nutra de las raíces culturales del pueblo, que prepare para la interpretación de los problemas existentes en sus relaciones de causa-efecto y que vaya construyendo colectivamente una sociedad más justa, independiente y solidaria.
  • Trabajar por una educación concientizadora que conduzca al compromiso; una educación dialógica donde maestros y alumnos estén en actitud de aprendices permanentes. Una educación crítica donde a partir de la observación, el análisis científico y la interpretación de la existencia y experiencia humana en sus múltiples relaciones, sea posible formular proyectos inmediatos y mediatos, individuales y colectivos. 6
  • Una educación creadora y dinámica donde se derrote la rutina, el memorismo la pasividad y el pesimismo. Una educación problematizadora en vez del atosigamiento de datos, frases y fórmulas de uso superficial, aparentemente eruditos.
  • Un maestro comprometido con su entorno, con un alto sentido de la ética, con capacidad crítica, demócrata en el aula y fuera de ella, creativo e innovador, con una cosmovisión clara del hombre, la sociedad y la vida, investigador de su entorno y agente de cambio comprometido.
  • Una constante capacitación autogestionaria que a partir de vacíos y limitaciones se determinen derroteros de cualificación profesional para contribuir a la transformación de la calidad de la educación.

Recreando la siembra: un diálogo con la convivencialidad

Si entendemos el convivialismo como “una filosofía del arte de vivir juntos y “a todo aquello que en doctrinas y sabidurías existentes o pasadas, seculares o religiosas, contribuyan a la búsqueda de principios que permitan al ser humano, al mismo tiempo, competir para cooperar mejor y hacernos progresar como humanidad con plena consciencia de la finitud de los recursos naturales…” como se expresa en el Segundo Manifiesto Convivialista publicado en Ateliê de Humanidades, entonces, se hace necesario aglutinar experiencias de orden político, social y educativo que conlleven al cultivo de relaciones de cooperación dialógicas y participativas que aboguen por el bien común y la transformación de aquellas realidades que se hace necesario modificar porque conducen a un estado de esclavitud psicosocial.

Es urgente que continuemos pensando críticamente sobre las relaciones de la sociedad global actual dominada por grupos privilegiados financiera y tecnológicamente que están llevando a los habitantes del planeta hacia una forma de vida basada en el individualismo, el consumo, el placer fatuo, adobado todo esto, con altos índices de carencia crítica, doblegados por unos medios de comunicación y unas tecnologías que separan en vez de unir y que crean personas dependientes de culturas foráneas lo que ahonda el abismo de una falsa identidad, muchas veces enmarcada en antivalores de carácter racista e ideológico.

La experiencia aquí presentada puede dar luces en orden a pensar que sí es posible replantear las relaciones de convivencia bajo los principios de naturalidad común, socialidad común, individuación legítima y oposición creativa, como se plantea en el elocuente Segundo Manifiesto Convivialista.

Es posible seguir planteándonos nuevas formas de entender la realidad política, social, cultural y educativa a la luz de premisas que han demostrado ser benéficas a lo largo de la historia. Es necesario reconocernos desde nuestro ser ancestral a través de una vida digna, en plenitud, equilibrio y armonía consigo mismo, con los demás y con la naturaleza. El bien común y el “buen vivir” es un logro posible sólo de manera colectiva, en equilibrio con la naturaleza y sobre la base de valores éticos que vayan en contravía al modelo de desarrollo actual de carácter economicista. Hay que enseñar a usar los recursos de la Madre Tierra de manera impecable como lo plantea Juan Matus a Carlos Castaneda. Solo usando lo necesario. Si vas a comer una perdiz, dice don Juan, no hay por qué matar cinco perdices. Amar la Tierra Madre y al Cosmos, enseñar a los niños y a los jóvenes a ver y sentir el inconmensurable universo que nos rodea y del cual somos coparticipes y cocreadores.

Hay que ir hacia la comprensión de los últimos descubrimientos científicos, y digo comprensión, porque sólo desde esta plataforma nos es posible hacernos responsables del cosmos, de la vida en la tierra, de la vida y la felicidad de cada uno de nosotros porque somos coparticipes de la realidad que vivimos. Si nos es posible comprender esto, cada pensamiento, cada acto, cada sentir se vivirá con sentido de responsabilidad por todo lo viviente y todo lo creado. Es compartir el descubrimiento de nuevos saberes desde el coaprendizaje. El maestro-amo está llamado a desaparecer. Se necesitan personas creativas, pensantes, autónomas y no seres serviles que actúan por el miedo a un castigo ya sea terrenal o infernal. Es posible pensarnos como lo plantea Gabriel Restrepo, desde las premisas de la Mayéutica que tan bien practicó Simón Rodríguez y que pudo crear libertad a través de su pupilo Simón Bolívar. Esa es la verdadera estrategia educativa que se propone para conducirnos hacia patrias y seres libres y autónomos.

La tarea como lo expone elocuentemente Gabriel Restrepo en el texto La Clave de Melquiades, es intentar transformar todo el veneno que nos inoculan desde las distintas posibilidades comunicativas y relacionales en dones, transformar el designio fatal en designio creativo y, los círculos viciosos en virtuosos.

De ahí que urge mirarnos desde lo racional, lo mágico ancestral y lo afectivo. Debemos reconocernos como familia, como comunidad, como región y país, para identificar nuestro ser colombiano no con un “acto de fe” como lo plantea Borges, sino siendo coparticipes de nuestra identidad local, regional y nacional para poder caracterizarnos desde nuestras raíces y entendernos para comprendernos y solidarizarnos hacia la perspectiva de un mundo basado en el bien el común, en el bien al otro, porque mi bien es tu bien, y hacia la consolidación de una vida basada en la felicidad de ser y hacer, en función del bienestar propio y de los demás.

Para reconocernos y reconstruirnos como habitantes de Colombia y de una Latinoamérica autónoma y libre es necesario propiciar al interior de las instituciones educativas y en los diferentes espacios culturales, diálogos surgidos de las reales condiciones de existencia de los sujetos, para lo cual se necesita que sean espacios donde el principal valor sea la libertad de expresión y la dialogicidad surgida del seno de la afectividad y el respeto por la diferencia en todos los órdenes de la existencia.

Dado que las tecnologías actuales dominan el mundo, se requiere repensar la educación anquilosada en lo memorístico en otros modelos de enseñanza aprendizaje. Ya el aprendizaje de datos es obsoleto y más aún, cuando las tecnologías aumentan su ritmo cada día, en el campo de la información. Lo que se hace urgente es cultivar en el aula un sentido crítico a los saberes expuestos en internet, un espíritu crítico ante lo que se vive día a día en la sociedad, un comprender para encontrar el sentido de las vidas humanas en la búsqueda de los medios que suplan las necesidades básicas fundamentales, incluidos los saberes conducentes a potenciar el arte y la estética como formas de expresión humana.

Urge como lo plantea Gabriel Restrepo terminar con la enseñanza domesticadora, cosificadora, verticalista e impositiva. Y me adhiero a su propuesta sobre esa nueva manera de educación, según la cual, en lugar de sacar saberes a la fuerza, surjan saberes en sí, nacidos de una conducción que cuestione desde la propia consciencia de sí, desde la interioridad propia y el sentido del esfuerzo mutuo en el cual docente y alumno sean ambos maestros y discípulos al mismo tiempo. Una Psicagogía, en la cual la búsqueda del saber y de la verdad sea un imperativo de vida o muerte.

Y por último, nada de lo anterior carece de significación si no está mediado por el afecto, por el amor y la compasión, no sólo hacia los demás sino también hacia el saber, hacia la Pachamama, hacia la naturaleza. Amor por la diferencia, afecto por la semejanza, respeto por el pensar y el hacer ajenos. Cuando el afecto media la educación los frutos están dados. Nada que se haga por Amor es efímero e inútil.

Notas

1 Iriarte, Antonio C. (2019) La Razón Vulnerada, Editorial Universidad Surcolombiana, p. 16.

2 Fals Borda, Orlando (1986) Conocimiento y poder popular, Siglo XXI, p. 129.

3 Cristancho, D. P.; Iriarte, A.; Tovar, M.; Yovanovic, D. (1988) Los Maestros del Huila: Reconocimiento y transformación de su quehacer. Cuaderno Surcolombiano II, Universidad Surcolombiana, p. 28.

4 Ibid., 1988, p. 66.

5 Ibid., p. 77.

6 Iriarte, Diana P. de. El quehacer de los maestros del Huila a finales del siglo XX, en Construir país desde la periferia. El proyecto regional de la Universidad Surcolombiana, Editorial Universidad Surcolombiana, 2017, p. 163-173.

Seminário donde Gabriel Restrepo he vivivo
Seminario San José Obrero, Corregimiento de La Esmeralda, Municipio de Arauquita

Diana Patricia IriArte (Diana Patricia Cristancho Higuera), colombiana, Psicóloga, Magister en Análisis Experimental del Comportamiento, ha sido profesora de la Universidad Surcolombiana e investigadora en el campo de las ciencias sociales. Galardonada con Mención de Honor por la Facultad de Educación de la Universidad Surcolombiana por sus investigaciones en educación, sus ensayos han sido publicados en revistas a nivel nacional y en la prensa local y su obra denominada, “Salte de las cadenas a la libertad” se consigue en la plataforma de Amazón.


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