Con alegría, publico este 22 de diciembre el “Palimpsesto gráfico de horror” realizado por el sociólogo, filósofo, educador y poeta Gabriel Restrepo. Mañana, 12/23 traeremos al público, también hecho por Gabriel, un Palimpsesto abreviado de los modos del amor. Para tratar el sublime horror, Restrepo nos trae 7 obras con breves interpretaciones:
“El sueño de la razón produce monstruos” (1799), de Francisco Goya
“Con o sin razón” (1808), dibujo grabado número dos de la serie de Los Desastres
“El barco de la medusa” (1819), de Theodore Géricault
“El Grito” (1893), de Edvard Munch
“Angelus Novus” (1920), de Paul Klee
“La Violencia” (1962), de Alejandro Obregón
“Étant Donnés” (1946-1966), de Marcel Duchamp
Antes de apreciar la selección y las interpretaciones de Restrepo, que no sólo trata el horror frente a las tragedias, sino que también anticipa los poderes poéticos y simbólicos que provienen de esta sublime conciencia, sigue una breve explicación de lo que nos llevó a los dos palimpsestos.
Palimpsesto gráfico de horror, un vestíbulo al palimpsesto abreviado del amor
Cuando estaba editando el ensayo Huellas de una peregrinación de mi admirable amigo Gabriel Restrepo, le dije que su texto despertaba en mí el sentimiento de horror propio de lo sublime, al mismo tiempo que proporcionaba la experiencia reconciliadora de la belleza. En ese momento, yo estaba enseñando un curso sobre Byung-Chul Han y acababa de dar una conferencia sobre lo bello y lo sublime, donde discutí cómo, para Han, la sociedad del desempeño y la pornografía tiende a privarnos de la experiencia de lo sublime y a funcionalizar el sentimiento de belleza. Cabe señalar que, para el filósofo coreano, es el horror de lo sublime, en su radical alteridad, lo que está en el origen del sentimiento de belleza. Es decir, belo y sublime son experiencias opuestas, pero que están en relación. Para recuperar esta relación bastaría con volver a los griegos, especialmente al discurso del banquete sobre la belleza y el eros como fuentes primitivas de amor a la sabiduría (filosofía).
Bueno, de esta breve conversación, surgió la idea de que Restrepo hiciera un palimpsesto gráfico del horror que ahora publicamos. Sin embargo, cuando preparaba la publicación en la proximidad de la Navidad, me molestaba tratar con lo sublime en un momento en que estamos conmemorando el nacimiento del amor y el amor como renacimiento, presente en el niño Jesús y en el pesebre. Luego vino a mí la demanda de un don, casi un buen desafío, que le hice a mi siempre generoso amigo: “Restrepo, amigo mío, ¿qué te parece hacer un gráfico Palimpsesto de amor, saliendo después del horror, en Nochebuena? Bueno, Gabriel aceptó de buena gana y lo hizo.
Del inevitable horror al amor naciente. Aquí hay un don del espíritu de (ángel) Gabriel. Les deseo a todos una hermosa y sublime contemplación.
André Magnelli
Pontos de Leitura
22 de dezembro de 2020
Palimpsesto gráfico del horror
por Gabriel Restrepo
Seminario San José Obrero
Corregimiento de La Esmeralda
Municipio de Arauquita, Colombia
Miércoles 14 al 18 de octubre de 2020
El sentido
Es proposto abajo un palimpsesto de imágenes como idea pictórica de la progresión de la crisis creciente de Estados, Imperios, mundo y naciones y no menos de las zozobras de cada sujeto.
Las obras
“El sueño de la razón produce monstruos” (1799)
Francisco de Goya y Lucientes
Grabado 43 de Los Caprichos

Francisco de Goya y Lucientes. “El sueño de la razón produce monstruos” (Grabado 43 de Los Caprichos, 1799), anticipando por la precariedad de la Ilustración española el declive del antiguo imperio, pero también la pesadilla del orbe con el inicio de las grandes guerras imperiales.
Breve interpretación
Como toda obra de arte, el grabado de Goya admite dos lecturas. Una denotativa que está sujeta a las clavijas de su época y otra connotativa que se erige como alegoría. “Alegoría es una figura retórica mediante la cual un término (denotación) se refiere a un significado oculto y más profundo (connotación)”: Marchese, Alfredo y Forrandelas, Joaquín. 1986. Diccionario de retórica, crítica y terminología literaria. Barcelona: Ariel: 19. Mediante este doblaje, lo contingente deviene transtemporal y lo que es un acontecimiento adquiere una densidad simbólica que traspasa los tiempos.
Así, el sentido histórico de la leyenda y del cuadro se refiere a la visión ilustrada de los novatores españoles que criticaba las supersticiones y las creencias premodernas impuestas por la Contrarreforma y por la ausencia de una mentalidad moderna en una nación dominada por una aristocracia ociosa y un clero dogmático. Así que el texto y la figura podrían pensarse en términos de las nociones de Kant expuestas en su célebre ensayo: ¿Was ist Auflärung? (¿Qué es la Ilustración? de 1783 como una minoría de edad (Unmündigkeit, carencia de razón entendida como logos) debida a una ausencia de control crítico de una imaginación desbordada y por ende pensable como “la loca de la casa”, tal cual la describiera Santa Teresa.
Pero, pasados aquellos tiempos, la leyenda y la figura siguen punzando por causas que no eran aparentes en la época de Goya y es ahí cuando la alegoría cobra un sentido contemporáneo: los monstruos que produce el sueño de la razón obedecerán al hecho de que en la tardomodernidad se revelará que la razón propia de las tecnociencias (el término es de Magnelli y asociados) es una razón, sí, pero restringida, la cual, a falta de expandirse mediante la conjunción con la poiesis en clave de Dichtung –esto es de una razón ampliada por la simbiosis con la estética, la ética y la espiritualidad, conduce a la larga a desequilibrios entrópicos, como se manifiestan en depresiones personales y colectivas, pandemias, inequidad y lesión a la multitud y a la naturaleza.
“Con razón o sin ella” (1808)
grabado número dos de la serie de Los Desastres

“Con razón o sin ella”, grabado número dos de la serie de Los Desastres, 1808, relativos a los efectos desastrosos de las guerras napoleónicas en España. La fuerza se erige por encima de la justicia.
Breve interpretación
El sentido alegórico y por tanto la vigencia universal de este dramático grabado se entiende de un modo fácil si se comprende en la larga duración el significado de la sustitución de la virtud aristotélica que es la moderación de las pasiones violentas (phronesis y sophrosyne) por la virtú de Maquiavelo, que es una técnica del imperio y del dominio, ya desligada de sus vínculos con la eticidad y con la justicia. Su actualidad se revelará trágica en el mundo moderno, sea en las modalidades más crueles de los campos de concentración nazis o en los gulags soviéticos, sea en esa visión que se diría dictada por Carl Schmitt que, apoyado en el Leviatán de Hobbes, estatuye la soberanía en la división psicótica de amigos o enemigos y por ende en la justificación absoluta de la violencia y que aparece en el lema del escudo de Chile: “Por la razón o la fuerza”. Algo que es como His Master´s Voice de todo amo sea persona o Estado.
“O barco da medusa” (1819)
Theodore Géricault
obra del temprano romanticismo pictórico francés
Puntura al óleo

Breve interpretación
La obra tiene un claro sentido denotativo histórico referido al naufragio culposo de una embarcación francesa de nombre Medusa zarpada de Senegal en 1816 y que por incuria del comandante que se libró del desastre con los oficiales huyendo en los botes expuso a 149 marineros a una travesía salvaje a la deriva en un mar bravío, de la cual solo sobrevivieron 15, cinco de los cuales murieron al tocar tierra, los otros “salvados” debido a la práctica del canibalismo.
El sentido alegórico es trágico como pocos y se puede apelar a tres referentes. El primero: el mismo diccionario de retórica que ofrece esta definición preciosa: “Entre las alegorías tradicionales es bien conocida la de la nave que atraviesa el mar en la tempestad, entre tormentas y escollos…Es casi un topos: en nuestra literatura la podemos encontrar en Fray Luis, Lope, Duque de Rivas, Machado, y se remonta a Horacio”(30: faltaron muchos por mencionar, entre ellos un soneto de Quevedo y el gran poema de Hans Magnus Ensenzberger en torno al hundimiento del Titanic).
La segunda referencia es el libro ya clásico de Hans Blumemberg, Naufragio con Espectador. No he podido acceder a la version española, pero a través de la versión italiana extraño la ausencia de referencia al poema de Malarmé Golpe de Dados, obra que constituye la tercera referencia. Este gran poema es la cumbre de tópicos en torno al naufragio, elevado por sobre las miles de variantes del siglo XIX, todas clásicas, Poe, Vigny, Julio Verne, Víctor Hugo, Baudelaire, Rimbaud. Aplicada en sentido conotativo la alegoría de La Barca de la Medusa a lo que llamo la crisis de la cibernética global, los sentidos son terroríficos: indolencia de los dueños de las 125 grandes fortunas, canibalismo metafórico en la multitud, insensibilidad de los espectadores ante la gravedad de la tragedia de esta nave de los locos orbital, amnesia y anosognosia.
El Grito (1893)
Edvard Munch

El Grito del pintor noruego Edvard Munch, 1893, próximo a la composición del poema Golpe de Dados de Mallarmé, 1897 y como en él conciencia de lo que éste escribía en Variation sur un sujet: “asistimos, como final de siglo, mas no como en el anterior, a conmociones; sino, lejos de la plaza pública, a un temblor del velo en el templo con pliegues significativos y un poco su desgarradura” (México: Vuelta, 1993: 46) y: “Sin duda atravesamos un túnel – la época…El subterráneo durará, oh impaciente, lo que tu recogimiento en preparar el edificio de alto cristal vaciado por un robo de la justicia” (67).
Breve interpretación
El sentido denotativo del célebre cuadro se comprendería si ampliamos el marco de la época: descubrimiento de las partículas elementales; paso de la fotografía al cine; revelación plena del inconsciente; preludios de la primera guerra mundial luego del ascenso de la unificación del Estado alemán y la llamada catástrofe ultravioleta que deshacía las predicciones convencionales de la física clásica aún si modificadas por la termodinámica y el electromagnetismo y que servirán como puerta de entrada a la emergencia de la física cuántica, todo ello cuando por su parte la teoría de la relatividad demostrará la insuficiencia del determinismo newtoniano y con ello pareciera que los espejos se rompen en mil astillas, lo cual significa que se quebrarán las coordenadas canónicas de la concepción de espacio y de tiempo.
Así como en la literatura se trabaja mucho con el tema de la intertextualidad, así en la pintura se podría aplicar un concepto semejante que fuera el de unas correspondencias de íconos, índices y símbolos pictóricos, unas conscientes como son las muchísimas de las variaciones del tema de la Monalisa, el gran motivo de la perspectiva secular o de la crucifixión en la pintura religiosa, otras latentes y que están abiertas a la composición propría del estudioso de las imágenes, algo que por supuesto es materia corriente y no poco abusada en la filmografía.
Así uno tendría la libertad para imaginar que los pintores y poetas en tanto son chamanes visionarios, o el amante de las artes y letras en tanto posea algo de esas cualidades, tendrían la licencia para imaginar que el transeúnte que grita en el puente está contemplando el naufragio de La Barca de la Medusa o está resonando a la lectura del Golpe de Dados de Mallarmé. O, trasladado a este tiempo, eres tú o somos nosotros, yo y ellos, reaccionando al naufragio de la nave orbital en medio de la pandemia.
Angelus Novus (1920)
Paul Klee

Angelus Novus de Paul Klee, 1920, dibujo a tinta china y acuarela de pequeño formato (32 x 23 cm), adquirida en una galería de Munich por Walter Benjamin. Acompañó al autor desde entonces y fue incorporada la referencia en la IX de las 18 tesis sobre la historia, su último escrito antes de acabar con su vida en Pau, frontera en los Pirineos de Francia y España, ante la imposibilidad de su “passover”. La tesis está precedida por un luminoso epígrafe de su amigo Gerhard Sholem quien asistiera con él tiempos antes a la compra de la lámina en una galería de Munich, tomado del poema del sabio judío: Saludo del Angelus, con quien entablara una correspondencia preciosa y quien lo urgiera sin eco a tomar su camino de escape a Jerusalén: “Mi ala está pronta al vuelo:/retornar, lo haría con gusto,/pues, aun fuera yo tiempo vivo,/mi suerte sería escasa.”
La novena tesis es escalofriante en términos de la predicción de desastres del mundo en la víspera de la segunda guerra mundial: “Hay un cuadro de Klee que se titula Angelus Novus. Se ve en él un ángel, al parecer en el momento de alejarse de algo sobre lo cual clava la mirada. Tiene los ojos desorbitados, la boca abierta y las alas tendidas. El ángel de la historia debe tener ese aspecto. Su rostro está vuelto hacia el pasado. En lo que para nosotros aparece como una cadena de acontecimientos, él ve una catástrofe única, que arroja a sus pies ruina sobre ruina, amontonándolas sin cesar. El ángel quisiera detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo destruido. Pero un huracán sopla desde el paraíso y se arremolina en sus alas, y es tan fuerte que el ángel ya no puede plegarlas. Este huracán lo arrastra irresistiblemente hacia el futuro, al cual vuelve las espaldas, mientras el cúmulo de ruinas crece ante él hasta el cielo. Este huracán es lo que nosotros llamamos progreso.”
“La violencia” (1962)
Alejandro Obregón
Pintura a Óleo

En ese mismo año se publicaban los dos tomos de una obra cardinal de las ciencias sociales: La Violencia en Colombia, cuyos autores fueron Orlando Fals Borda, Eduardo Umaña Luna y el sacerdote Germán Guzmán Campos. El cuadro es elocuente en su cruel simbología: una mujer como figura de la nación yace muerta confundidas sus líneas con la orografía del país.
Breve interpretación
El sentido denotativo es evidente dada la crueldad de las violencias de Colombia cebadas en la población más indefensa: ancianos, niños y mujeres. En Colombia y de seguro en América Latina son numerosas las leyendas en torno a mujeres abandonadas, viudas, huérfanas, sacrificadas que se nombran de distintos modos: la madremonte, la llorona, la patasola, la mujer sin cabeza, las almas en pena.las plañideras, las madres de la plaza de Mayo, las madres de los jóvenes asesinados en Colombia para inflar los resultados de víctimas del ejército. Son en muchos casos reviviscencias de la tragedia de Antígona destrozadas por las violencias fratricidas y por el drama de tantos duelos no curados, tantos cuerpos insepultos, e incluso, como en Ifigenia, convertidas en chivos expiatorios. Y ello sin mencionar las cifras aterradoras de feminicidos y de violencia sexual y física contra la mujer. Pero además el sentido conotativo refiere la violencia a la madre naturaleza. Si se observa con detenimiento el cuadro un seno figura un páramo, el vientre una montaña y antetodo la cabeza herida teñida con el carmín no del maquillaje, sino del bermejo de la sangre.
“Étant Donnés” (1946-1966)
Marcel Duchamp


Sorprendente como pudiera parecer, el cuadro de Obregón no pudo inspirarse en la última gran obra de Marcel Duchamp, Étant Donnés en la cual trabajó en secreto de 1946 a 1966, cuando se conoció, para sorpresa del mundo que pensaba que el autor había abdicado de la pintura, pero habría en los dos cuadros una sincronía de visiones apocalípticas.
Aunque la imagen que ofrezco es parcial porque se trata de un cuadro que sólo se revela al inspeccionar el voyeurista espectador por el hueco de una vieja puerta, el panorama es atroz: una mujer asesinada que empero porta un fanal, metáfora de la desolación y empero de la esperanza de otro orto.
Breve interpretación
No es para nada desdeñable que la obra se haya iniciado en 1946 y sólo se hubiera concluido dos décadas más tarde, en la víspera de la muerte de Duchamp. Dados los motivos, el inicio es elocuente por el carácter denotativo del tiempo: el fin de la segunda guerra mundial con los restos todavía frescos de los campos de concentración. Pero que el autor haya insistido en proseguir la compleja obra en una época que se empecinó en dejar atrás la memoria de la segunda guerra mundial por la euforia del crecimiento posterior; y que, empero, su fin coincida con el furor de la guerra de VietNam que volvía a ensombrecer el panorama del orbe, es bien ilustrativo de todo cuanto se pudo proponer Marcel Duchamp: el riesgo de que la noche eterna sobrevenga en la madre tierra y en el mundo, como lo alerta esa Casandra de la nueva Troya, la adolescente Greta. Sólo una nueva iluminación que parta de allí puede mostrar el camino de salvación.
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